Recientemente, la Cámara 2º del Crimen de la ciudad de Córdoba, condenó a la pena de 10 años de prisión a un hombre que estaba acusado de abusar sexualmente y en reiteradas oportunidades, de su hermana menor de edad. Hechos que ocurrieron entre 2013 y 2017 respectivamente en la localidad vecina de Los Cedros.
Fue la madre de ambos quien radicó la denuncia luego de que encontrara a su hijo en la cama de la niña en una situación extraña. Tras esto, la menor habló y confesó que el horror había comenzado en realidad cuando ella tenia 9 años, a dos semanas de que el sujeto se mudara junto a su esposa e hijo, a vivir con ellos.
“El hombre se fue del domicilio cuando tenía conocimiento de que iba a ser denunciado”, había confirmado el fiscal de la causa, Alejandro Peralta Ottonello a RESUMEN, al momento de liberar el pedido de captura. La imputación fue por “Abuso sexual con acceso carnal reiterado y agravado por el vínculo” y a pesar de que la Justicia le pisó los talones, por decirlo de un modo más coloquial, varias veces, cuando ubicaban el paradero, el abusador ya no estaba.
La detención
Fueron exactamente catorce los meses que pasaron hasta que las pesquisas lograron ubicar y detener al denunciado. El 21 de diciembre de 2018, en Tartagal, Provincia de Salta, el joven fue detenido y extraditado a esta ciudad para, a posterior, ser trasladado a la cárcel de Bouwer.
Narrar el horror
Las diferentes pruebas obtenidas a través de pericias psicológicas, informes sociales, cotejos y testimonios en general, fueron contundentes. Tanto, que el fiscal decidió agravar la carátula a “Corrupción calificada”.
La familia de la víctima era oriunda de Bolivia. Hacia aproximadamente diez años que estaban radicados en la comuna vecina y trabajaban en un cortadero de ladrillos. Los hechos se suscitaron en una precaria vivienda donde convivían varios integrantes de la familia. Tres de ellos, incluida la víctima y el victimario, en una misma habitación.
Los abusos comenzaron algunos años después, cuando el condenado junto a su esposa e hijo, arribó desde Salta y se radicó en la casa de su madre para conseguir trabajo. En su declaración, la niña confesó que su hermano abusaba de ella por lo menos dos o tres veces por semana y de madrugada cuando todos dormían. La amenaza era siempre la misma “Si le decís a alguien, a tu papá le puede pasar algo” refiriéndose al progenitor de la víctima quien no era el padre del imputado. Un hombre que padecía problemas del corazón. Ante esto, la niña callaba.
El Juicio
Fue una instancia abreviada por dos razones. La primera, porque los elementos probatorios contra el medio hermano eran irrefutables, a lo que le mismo reconoció: “me hago cargo de los hechos, y pido disculpas por todo el daño que he hecho”. Y, la segunda, para evitar la revictimación de la adolescente, quien actualmente tiene 15 años.
Los jueces entendieron que la vulnerabilidad se fue acrecentando por el miedo, pero también por el parentesco entre víctima e imputado y, lo que no es un dato menor, por el contexto y el grado de pobreza de la familia. Todo ello demarcó el daño producido. Un daño sin duda irreversible, más allá de la condena que un abusador pueda recibir. En este caso, 10 años.
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